Las condiciones
sociales, políticas, económicas y culturales que caracterizan a las
sociedades del siglo XXI han permitido, entre otras cosas, el
surgimiento de lo que se conoce como la cultura de la sociedad digital
(Lévy, 2007). En una sociedad así caracterizada, las tecnologías
digitales aparecen como las formas dominantes para comunicarse,
compartir información y conocimiento, investigar, producir, organizarse y
administrar. En este contexto, se reflexiona sobre la capacidad
transformadora que las tecnologías de la información y la comunicación
(TIC) representan para la educación en la denominada "sociedad del
aprendizaje", "sociedad del conocimiento" o "sociedad–red" (Castells,
2001, 2006; Coll y Martí, 2001), todo ello en una dinámica de cambio y
reflexión sobre el qué, el cómo y el para qué de la educación del siglo
XXI (Tedesco, 2000; UNESCO, 2005)
En
lo que nos concierne, cuando nos aproximamos al estudio de la sociedad
digital en relación con la educación lo hacemos desde un posicionamiento
que intenta comprender el potencial efecto transformador de las TIC
digitales en los contextos educativos. Partimos del supuesto de que la
incorporación de las TIC a la educación, cada vez más acelerada, está
produciendo una serie de cambios y transformaciones en las formas en que
nos representamos y llevamos a cabo los procesos de enseñanza y
aprendizaje (E–A).
Estos cambios pueden observarse en los entornos
tradicionales de educación formal, pero también en la aparición de
nuevos entornos educativos basados total o parcialmente en las TIC, como
las denominadas Comunidades Virtuales de Aprendizaje (CVA).
Ciertamente, en el transcurso de los últimos años la creación, el diseño
y la gestión de estos nuevos entornos han ocupado el tiempo y han
concitado los esfuerzos de numerosos científicos y profesionales de
diversas disciplinas (profesores, informáticos, psicólogos, pedagogos,
expertos en comunicación, diseñadores gráficos, etcétera). Estos
esfuerzos se han traducido en múltiples propuestas de usos de las TIC
tanto para repensar y transformar los contextos educativos ya conocidos
(educación presencial, educación a distancia, educación abierta), como
para crear nuevos entornos de E–A (por ejemplo, los entornos de
aprendizaje en línea o e–learning y de aprendizaje bimodal o blended–learning).
Sin embargo, no es menos cierto que aún no terminamos de vislumbrar
todas las posibilidades de novedad en dichos entornos, entre otras
razones porque los avances tecnológicos parecen ir siempre varios pasos
por delante de su utilización educativa.
Así, por ejemplo, actualmente
las novedades en los entornos virtuales están asociadas con las
tecnologías utilizadas para el establecimiento de redes sociales, los
mundos virtuales (espacios inmersivos, juegos virtuales, mundos espejo, "lifelogging"), el aprendizaje electrónico móvil o m–learning,
el aprendizaje mediado por redes sociales, los modelos sociales en 3D,
etc. De la misma manera, es igualmente cierto que aún no contamos con un
cuerpo de conocimientos suficientemente elaborado y contrastado con los
resultados de la investigación y con la práctica en lo que concierne al
alcance de la potencialidad educativa de los entornos virtuales y a los
factores que la sustentan.
Coll y Martí (2001), en su análisis de las
TIC y su incidencia en el ámbito de la educación escolar, plantean una
doble entrada. La primera se basa en cómo estas tecnologías pueden ser
utilizadas con provecho, habida cuenta de sus características, para
promover el aprendizaje; la segunda, en cómo la incorporación de las TIC
a la educación y los usos que se hacen de ellas pueden llegar a
comportar una modificación sustancial de los entornos de enseñanza y
aprendizaje. En lo que sigue, nos centraremos en analizar brevemente
cómo las TIC transforman o modifican los entornos de educación formal y
cómo se han convertido en un factor clave para la aparición de nuevos
escenarios educativos asociados a entornos virtuales o en línea.
Las TIC se han incorporado a la educación
desde distintas realidades y han dado lugar a una amplia gama de usos.
Como señala Crook (1998), las computadoras en particular se incorporan
fundamentalmente asociadas a la idea de cómo se aprende ante ellas, con
ellas, a través de ellas y, en menor medida en un primer momento, de
cómo se aprende con los compañeros en torno a y a través de ellas. Desde
esta perspectiva, es posible identificar algunas formas de
incorporación que, de una u otra forma, han transformado los contextos
de educación formal. Así, por ejemplo, las computadoras: a) se
incorporan a aulas específicas para su uso como herramientas
complementarias para el acceso, almacenamiento, manejo y presentación de
la información; b) se incorporan como contenidos específicos de
enseñanza y aprendizaje propiamente dichos (la incorporación de las TIC a
la educación con el objetivo fundamental de enseñar a usar las
computadoras, el software específico e incluso las características del
hardware sigue teniendo plena vigencia); c) se incorporan a las
aulas ordinarias como herramientas para apoyar el proceso de enseñanza y
aprendizaje de contenidos específicos; d) se distribuyen entre los estudiantes, gracias a su portabilidad; y e) se
conectan en red, habitualmente mediante el acceso a Internet,
expandiendo las posibilidades espaciales y temporales de acceso a los
contenidos e incluso a los programas educativos.
Fuentes de informacion: http://www.scielo.org.mx/pdf/rmie/v15n44/v15n44a2.pdf
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